Según todos los pronósticos, esta semana será la más dura, habrá muchos más casos positivos de COVID-19, entre los cuales muchos compañeros farmacéuticos, ya que se encuentran también en primera línea. Muchos compañeros ya han enfermado y hay oficinas de farmacia que han visto comprometida su apertura durante unos días.
Tenemos la suerte de contar con 22.071 farmacias repartidas por toda la geografía española, dando servicio también en poblaciones pequeñas y en áreas donde el único profesional sanitario (sí, sí, sanitario, porque los farmacéuticos somos sanitarios) es el farmacéutico.
El pasado lunes 23 de Marzo, día el Sr. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, declaró que los riesgos que corremos desde las oficinas de farmacia “son riesgos propios de la profesión”
Disculpe usted, pero inherente a nuestra profesión es nuestra vocación asistencial y los malabarismos que estamos haciendo para garantizar la continuidad de las farmacias abiertas, con turnos mucho más intensos tanto física como emocionalmente, por la situación de alerta que estamos viviendo.
Inherente a nuestra profesión es informar y dar pautas a los pacientes, y orientarlos con la sintomatología. Sus dudas, sus miedos y sus inquietudes.
Inherente a nuestra profesión es adaptarnos a los cambios continuos en un tiempo récord para garantizar la medicación a los pacientes, dándoles soluciones y en algunos casos facilitando el no tener que pasar por los centros de atención primaria, para no colapsar aún más el sistema.
Inherente a nuestra profesión es garantizar el acceso a los tratamientos farmacoterapéuticos a nuestros pacientes.
Inherentes a nuestra profesión hay muchas cosas más, pero lo que NO es inherente a nuestra profesión es arriesgar nuestra salud, la de nuestros equipos humanos, la de nuestros pacientes e incluso la salud de nuestras familias, porque ustedes no tienen material, no han sido previsores y no quieren reconocerlo.
Sean humildes, reconozcan que esto se les escapa de las manos y que no tienen material para todos, pero descalificar a más de 71.000 farmacéuticos comunitarios y a todos los técnicos que trabajan en las oficinas de farmacia Españolas no es la mejor manera de mantenernos unidos.

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